Opinión #HeribertoMurrieta | 4-Diciembre-2024
Entre paredes
Heriberto Murrieta EN REFORMA
04 diciembre 2024
El futbol se juega en cancha grande. Once contra once. Cada jugador con su espacio y su asignación. El portero es el que menos se mueve en ese rectángulo verde, pero su actuación puede resultar determinante.
Cuando éramos niños, el espacio físico no representaba una limitante para jugar futbol e imaginar que lo hacíamos en la cancha de 64 por 100. Un pequeño jardín con raíces de pasto secas y dos farolas era suficiente para jugar con varios amigos, todos amontonados y todos felices. Era nuestro Estadio Azteca particular, y aquellas lámparas de luz tenue, el formidable alumbrado que iluminaba nuestras jugadas.
La pared, la triangulación, es la acción más elemental del juego del futbol. Toco y me muevo. Toco, me muevo y vuelvo a recibir. Y así, acompañándonos, hacemos crecer el avance hacia la portería contraria. El futbol es el arte de combinar, de asociarse, de pasear el balón entre compañeros con el objetivo de anidarlo en el enjambre de hilos.
En busca de aprovechar espacios más reducidos, surgió en Europa el futbol rápido. Seis contra seis. Un deporte flamante de incesante dinámica, ramificación del llamado juego del hombre, donde la barda se convierte en un compañero más que devuelve las paredes. El futbol rápido es un homenaje a esa acción tan simple de la triangulación, la que con mayor claridad refleja el sentido colectivo del deporte más gustado y practicado en el planeta.
La pared, la triangulación, es la acción más elemental del juego del futbol. Toco y me muevo. Toco, me muevo y vuelvo a recibir. Y así, acompañándonos, hacemos crecer el avance hacia la portería contraria. El futbol es el arte de combinar, de asociarse, de pasear el balón entre compañeros con el objetivo de anidarlo en el enjambre de hilos.
En busca de aprovechar espacios más reducidos, surgió en Europa el futbol rápido. Seis contra seis. Un deporte flamante de incesante dinámica, ramificación del llamado juego del hombre, donde la barda se convierte en un compañero más que devuelve las paredes. El futbol rápido es un homenaje a esa acción tan simple de la triangulación, la que con mayor claridad refleja el sentido colectivo del deporte más gustado y practicado en el planeta.
El balón casi no sale del terreno de juego. Los tiempos muertos se reducen a su mínima expresión. Por lo mismo, el desgaste de los jugadores es mayor y la continuidad del juego está garantizada.
El futbol callejero es quizá un antecedente remoto del futbol rápido, solo que en lugar de bardas, hacíamos paredes con coches, banquetas, jardineras, árboles y zaguanes. Si el balón quedaba atrapado debajo de un coche, nos deslizábamos para sacarlo de aquella trampa y mirábamos atónitos el amasijo de fierros aceitosos, las tripas de esas lanchas estacionadas.
Alejandro Bocardo sintió la encomiable necesidad de testimoniar la historia de este deporte en nuestro País. Lo hace en un libro, disponible en Amazon, con lujo de detalles y una narrativa muy amena y plagada de vivencias.
Bocardo ha escrito la historia del futbol rápido en México. Futbolero de corazón, siempre ha estado ligado a su pasión, desde el balompié infantil hasta la gestión deportiva. Pero no únicamente habla de futbol rápido sino que se deja ir como hilo de futbolera media contando interesantes historias sobre su exitosa participación como directivo del Necaxa, que marcó una época brillante en los años noventa, y de otros clubes en los que se desempeñó con su proverbial visión, talento, honestidad, entendimiento del juego y calidez.
En otro tema, aquí va mi pronóstico de Semifinales: avanzarán Cruz Azul y Rayados a la Gran Final.
APUNTE TAURINO
A Juan Ortega le llamó la atención la capacidad de "anticipación" del público mexicano durante su aromática confirmación de alternativa, el domingo pasado en la Plaza México. Un fenómeno curioso. La afición española corea el muletazo hasta su terminación pero el público mexicano va gritando el olé en pleno pase porque le gusta la sincronía que advierte en ese instante y porque presagia que lo que bien empieza, bien ha de terminar. El olé, interjección cargada de electricidad, eco de lo bien trazado que nace como rumor y termina como exclamación retumbante, como el rugido de una multitud apasionada.
Esta especial sensibilidad de la gente que va a los toros impresiona a los diestros fuereños, acostumbrados en España a una audiencia más conocedora, menos cálida y menos generosa en el aliento. En La México sube pues la temperatura del toreo, como también quedó demostrado con los olés largos que provocaron los muletazos dimensionales del templador Juan Pablo Sánchez.
Los Ángeles Taurinos A.C.
X: @Beto_Murrieta
El futbol callejero es quizá un antecedente remoto del futbol rápido, solo que en lugar de bardas, hacíamos paredes con coches, banquetas, jardineras, árboles y zaguanes. Si el balón quedaba atrapado debajo de un coche, nos deslizábamos para sacarlo de aquella trampa y mirábamos atónitos el amasijo de fierros aceitosos, las tripas de esas lanchas estacionadas.
Alejandro Bocardo sintió la encomiable necesidad de testimoniar la historia de este deporte en nuestro País. Lo hace en un libro, disponible en Amazon, con lujo de detalles y una narrativa muy amena y plagada de vivencias.
Bocardo ha escrito la historia del futbol rápido en México. Futbolero de corazón, siempre ha estado ligado a su pasión, desde el balompié infantil hasta la gestión deportiva. Pero no únicamente habla de futbol rápido sino que se deja ir como hilo de futbolera media contando interesantes historias sobre su exitosa participación como directivo del Necaxa, que marcó una época brillante en los años noventa, y de otros clubes en los que se desempeñó con su proverbial visión, talento, honestidad, entendimiento del juego y calidez.
En otro tema, aquí va mi pronóstico de Semifinales: avanzarán Cruz Azul y Rayados a la Gran Final.
APUNTE TAURINO
A Juan Ortega le llamó la atención la capacidad de "anticipación" del público mexicano durante su aromática confirmación de alternativa, el domingo pasado en la Plaza México. Un fenómeno curioso. La afición española corea el muletazo hasta su terminación pero el público mexicano va gritando el olé en pleno pase porque le gusta la sincronía que advierte en ese instante y porque presagia que lo que bien empieza, bien ha de terminar. El olé, interjección cargada de electricidad, eco de lo bien trazado que nace como rumor y termina como exclamación retumbante, como el rugido de una multitud apasionada.
Esta especial sensibilidad de la gente que va a los toros impresiona a los diestros fuereños, acostumbrados en España a una audiencia más conocedora, menos cálida y menos generosa en el aliento. En La México sube pues la temperatura del toreo, como también quedó demostrado con los olés largos que provocaron los muletazos dimensionales del templador Juan Pablo Sánchez.
Los Ángeles Taurinos A.C.
X: @Beto_Murrieta
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