Opinión #ArturoBrizio | 29-Febrero-2024
De mucho carácter
Arturo Brizio EN REFORMA
29 febrero 2024
Recuerdo que dentro de la preparación de la Selección Nacional para el Mundial de 1986, se jugaron una infinidad de partidos ya que, en su papel de organizador, el cuadro tricolor estaba automáticamente clasificado.
En uno de esos partidos estaba un servidor sentado en las tribunas del Coliseo de Los Ángeles, ya que arbitraría al día siguiente al cuadro de las barras y las estrellas, contra algún contrincante del área que la neta, no recuerdo.
El juego al que fui invitado era entre el seleccionado nacional mexicano, dirigido en aquellos ayeres por Bora Milutinovic y la "Garra Charrúa", el duro equipo de Uruguay.
Con esa maldita maña que tenemos los árbitros de querer estar en todo, menos en misa, llamó mi atención cómo, lejos del balón y a espaldas del juez, un jugador celeste le propinó un descontón barriobajero a un mexicano.
El juego al que fui invitado era entre el seleccionado nacional mexicano, dirigido en aquellos ayeres por Bora Milutinovic y la "Garra Charrúa", el duro equipo de Uruguay.
Con esa maldita maña que tenemos los árbitros de querer estar en todo, menos en misa, llamó mi atención cómo, lejos del balón y a espaldas del juez, un jugador celeste le propinó un descontón barriobajero a un mexicano.
El receptor del madrazo, en lugar de tirarse al suelo, revolcándose como chinicuil o correr a "rajar" con el abanderado, esperó pacientemente su turno y ¡bolas!, que le mete su buen chingadazo al uruguayo, en las mismas condiciones antes descritas, diría un abogado.
Pues nada, que el partido siguió y cada que se cruzaban esos dos adversarios, uno daba, el otro recibía y ya hasta parecía película de los "Tres Chiflados" y aunque suene increíble, todo esto pasó desapercibido para los integrantes del cuerpo de árbitros, por cierto estadounidenses.
Cuando el central hizo sonar su ocarina, dando así por finalizado el encuentro, los rijosos se fundieron en un abrazo e intercambiaron camisetas.
El nombre del gladiador azteca era Javier Aguirre.
Javier siempre se rifó en la cancha. Desde su debut con el América, con quien por cierto salió campeón, con Atlante y al final, con el Guadalajara, siempre demostró las agallas necesarias para destacar sin ser, dicho con respeto, un dechado de virtudes técnicas.
También tenía una peculiaridad en la cancha el buen "Vasco", en su trato con los árbitros: era un "rompehuevos" de tiempo completo.
Pues nada, que el partido siguió y cada que se cruzaban esos dos adversarios, uno daba, el otro recibía y ya hasta parecía película de los "Tres Chiflados" y aunque suene increíble, todo esto pasó desapercibido para los integrantes del cuerpo de árbitros, por cierto estadounidenses.
Cuando el central hizo sonar su ocarina, dando así por finalizado el encuentro, los rijosos se fundieron en un abrazo e intercambiaron camisetas.
El nombre del gladiador azteca era Javier Aguirre.
Javier siempre se rifó en la cancha. Desde su debut con el América, con quien por cierto salió campeón, con Atlante y al final, con el Guadalajara, siempre demostró las agallas necesarias para destacar sin ser, dicho con respeto, un dechado de virtudes técnicas.
También tenía una peculiaridad en la cancha el buen "Vasco", en su trato con los árbitros: era un "rompehuevos" de tiempo completo.
Cuentan que un día, jugando con Chivas ante Atlas, Aguirre le cuestionaba todo al nazareno en turno, mi querido amigo Alfonso Manzo. De pronto sancionó algo contra los Rojinegros y todos se le abalanzaron preguntando ¿qué marcas?, Manzo volteó donde estaba Javier y le dijo: ¿Qué marcamos, Aguirre?
En infinidad de ocasiones le pité al "Vasco" y la verdad, mis respetos por su liderazgo y fuerza dentro del terreno de juego.
Ahora, hay que quitarse el sombrero ante el inmenso logro de llevar al Mallorca a la Final de la Copa del Rey.
Particularmente le tengo ley a Javier Aguirre.
En el Mundial de Brasil, invitado él como comentarista, departimos con su esposa Silvia y sus tres hijos, chavos de diez.
Me encanta que después de tantos años viviendo en la Madre Patria, sigue hablando como chilango.
En el banco de suplentes, en la conferencia de prensa y en todo momento, estamos frente a un mexicano triunfador, un tipo...de mucho carácter.
X: @arturobrizioc
En infinidad de ocasiones le pité al "Vasco" y la verdad, mis respetos por su liderazgo y fuerza dentro del terreno de juego.
Ahora, hay que quitarse el sombrero ante el inmenso logro de llevar al Mallorca a la Final de la Copa del Rey.
Particularmente le tengo ley a Javier Aguirre.
En el Mundial de Brasil, invitado él como comentarista, departimos con su esposa Silvia y sus tres hijos, chavos de diez.
Me encanta que después de tantos años viviendo en la Madre Patria, sigue hablando como chilango.
En el banco de suplentes, en la conferencia de prensa y en todo momento, estamos frente a un mexicano triunfador, un tipo...de mucho carácter.
X: @arturobrizioc
Comentarios
Publicar un comentario